viernes, 16 de mayo de 2008

Ceremonia de la despedida

Hoy es la primera vez que regalo una rosa, después de la muerte de mi romanticismo. Y es porque debo de honrrar un fallecimiento con otro. Desearía retozarte en ramos, limpiar las telarañas que cubrían tu casa, mirarte en el frío del adobe la gélida sonriza, pero así te nos fuiste, dulce, gentil, de nobleza socegada y olvidada, muy olvidada para todo aquel que acojiste con tus manos inmensas de madre viuda, serena, con vientre marchito y sin nadie que te recogiera. Mi primera rosa es para tí, honremos muerte con muerte, la de la flor, la de mi romanticismo ficticio y la de tu cuerpo proscrito

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